Nada quedará de nosotros después del anochecer, nada de todo esto permanecerá cuando nos hayamos marchado. El silencio ahoga nuestras palabras y el polvo nuestras acciones. El mar de la penumbra nos espera y sus olas no alcanzarán la orilla. Librémonos con valor de todo mito, creencia, teoría o religión que implique un consuelo de esta verdad. Caeremos entonces en la desesperación, seremos vagabundos de la melancolía. En nuestro interior se habrá construido una morada en la que la tristeza tendrá calor y refugio. El nihilismo será un concepto demasiado superficial y limitado, excesivamente absurdo ante la tempestad de nuestras lágrimas. Nuestro tiempo es un fragmento roto en la oscuridad.
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