Nunca fui el más gracioso, el que tenía un cartel de aplausos preparado al final de cada frase, encendiéndose involuntariamente y haciendo reír a unos pocos, sin que nadie se viera forzado.
Nunca fui el más popular, el que tenía legión de fans para ir a cualquier parte, persiguiéndole entre la gente y haciendo los coros, hasta que alguien se veía intimidado.
Nunca fui el más inteligente, el que tenía respuestas para todo y sabía resolver cualquier desastre, erigiendo de su mente y su ego un gran trasfondo, hacia un infinito ilimitado.
Nunca fui el más deportista, el que tenía la planta de un fondista y una agilidad desequilibrante, rompiendo sueños imberbes y venciendo por el oro, donde se recuerda su paso.
Nunca fui lo que me hubiera gustado, ni la mitad de todo lo dicho, solo fui yo, y al final ha resultado demasiado, he tenido suficiente y me siento satisfecho, en paz y calmado, nunca sabré por qué nunca fui porque no lo necesito, nunca fui lo que nunca estuvo en mí.
Por ende, nunca fue mi día porque nunca fui, con tanta gente, y como nunca fui, nunca fuimos, con tanta compañía de la que huimos, y tal vez fue mejor dejarlo así.
Poema extraído de mi libro Lunas de rojo neón (Editorial Tres Columnas, 2019).
a pesar de no ser…fuiste…la posibilidad basta y sobra para llegar al amanecer…Besos al vacío
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Excelente, gracias
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