Una neurona perdida no deja, de por sí, de ser una neurona y si se ve en el mar acaba en un red de pescadores pensados entre miles de otras que, colectivamente, soñaron a sus propios raptores.
Todo envuelto en el agua,
tocándose la mano
solidaria de impulsos
le da sentido al tiempo
y lo confunde
al mirarlo
desde todos los ángulos posibles.
Un beso entre dos
es algo eléctrico que
se contagia a todas.
El amor deja de ser un acto íntimo
y pasa a convertirse
en una orgía que quizás
ilumine un pensamiento,
cuando menos lúbrico.
Un lagarto se sienta en la orilla
y solo calla.
Observa penitente
las agitadas aguas.
Su neurona le dice, come o bebe,
y su boca presenta
la sonrisa más grande
mientras se reproduce.
Él ya existía antes.
Antes que el pensamiento
o que las redes.
Entre ser y existir
apenas queda tiempo
y sin él desaparecen
las distancias que cubrir
y el paisaje que pasa
tras cristales de tren
fundiendo en colores
el vértigo
como crisol de dudas.
Quedan fuego en el mar,
redes de pescadores
y medusas.

¡Muy buena entrada! Tu relato es como un circulo, que encierra el nacimiento, el amor y la muerte. Fantástico… Un cordial saludo.
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Muchas gracias. Espero que podamos compartir muchas letras. Un pensamiento muy interesante y acertado. Saludos
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