Como una tormenta de nieve en marzo

Tenía en la boca un alud de flores

ventiscas por pecho, constelaciones

deshechas como en una migraña de hielo.

Cruel costumbre la suya, desaparecía

cada madrugada en el rastro efímero

que en mi sábana escarchada dejaba.

Tímida su fachada en las nieves

cual flor reaccionaria del viajero

la felina extraviada de tormentas

que arranca en la cordillera el maullido

de todos los muertos en las montañas del mundo.

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