Mientras los pájaros prosigan con su canto de no sirena y a mí se me permita escuchar, no pasa nada.
Mientras mi creatividad no abandone su desenfreno ni su clímax para componer una lista de todos los pecados que confesaré a lo largo de todo tu lunático cuerpo, no pasa nada.
Si me lo concedes, pasa todo.
Esta tierra superpoblada en marzo llora de alegría en forma de lluvia porque sus habitantes humanos se encierran en su habitación por el bien común:
Las calles vacías nunca estuvieron tan llenas de alma. Mientras esto continúe así, no pasa nada.
Prefiero actuar a rezar
aunque se me escapa de las manos la solución sobre quienes su cuarentena eterna es la calle.
¿Cómo se protegen?, ¿acaso se les considera de menos valor?
Yo lo tengo fácil:
una calefacción, un té caliente y un colchón… mientras con esto no pasa nada, está pasando todo.
Solo me violentaré para criticarte a ti si vives con la persona a la que amas y porfías con que qué va a ser estos días de ti.
Si a mi alcance estuvieran esos labios,
esas manos,
esos pies,
esos párpados cerrados,
esos lunares,
esa nariz jadeante y esa nuez
no pasaría nada, sino, todo.
El Tantrismo sería mi nuevo estilo de vida y de instinto;
mis cuarentenas, forzadas.
Al menos me dedicaré a pensar en qué es lo primero que haré al salir de aquí:
Sentir la hierba bajo mis pies,
introducir mi mano entre los recovecos de tu camisa,
otorgarle más importancia a mi cuerpo -que es el único lugar real donde vivo-
y, si esto pasa… no pasa nada
malo.
Me parece muy interesante el texto aunque me resultó algo complicado entender el inciso respecto a los indigentes en un principio. No deja de ser un contraste que pone más de manifiesto la reivindicación del amor propio.
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muchísimas gracias por tu comentario y análisis
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