Me provoca la ira de su acento;
su escote lento
cuando sube por mis piernas;
su mirada impaciente,
su silencio
y su soltura inquieta en el deseo.
Me provoca su risa
y su sonrisa se convierte en pájaro
que sobrevuela mi cintura
en el tranquilo mar
de los encuentros.
Me provoca su acento
detenido en mi oído
con un suave seseo
que susurra deseos
y se abraza a mi cuerpo
con su cuerpo enroscado.
Una serpiente, llena de caricias,
me provoca, y apenas si
llega a tocarme por entero
en la sola esperanza
de tenerla a mi lado
descubriendo mis olas de mar,
ya sin engaños.