Me vi tarde para caminar entre bosques
y así te lo cuento.
Tarde para rodear piñas y castañas.
Era tan tarde ya que vi torpe mi aspecto
y mi andar desmaquillado, casi mueca,
en nada parecía un baile.
Me vi tarde al partir;
demasiado pronto para no hacerlo.
Y solo fui poniendo un pie tras otro
cubriendo cada huella con mis suelas,
confirmando en cada encuentro su ignorancia.
Me vi pronto a la renuncia.
Demasiado temprano al abandono;
precipitado al desistir propio del embrión
sin espejo en que mirar su historia,
sin semblante de sombra en el camino.
Me vi con tanta urgencia en la demora
que solo un eco seco y tartamudo
resonó en los rumbos de las palabras
y así, con tan pobre equipaje,
me puse a caminar bajo las hojas.
Me vi tarde. Tal vez sí me vi tarde;
y me vi lento y falto de reflejos
caminando al descuido
entre pinos, castaños y abedules
por un hayedo lleno de recuerdos
aún por acumular en la memoria.