Huele al encierro,
la bisagra que rechina,
la madera conservada,
los zapatos desgastados,
las camisas arrugadas,
los cabellos en las almohadas,
el abanico suave,
la ventana entreabierta,
el piso tibio,
el rayito de sol que se asoma apenas,
las toallas colgadas,
el tapete con la esquina doblada,
el cajón abierto y el otro cerrado,
el vaso que contuvo agua,
la bolsita de té,
la sandalia sin su par,
el espejo polvoriento,
los collares enredados,
los libros empalmados,
el colchón con su agujero,
la crema caducada,
el jabón perfumado,
los aretes robados,
la lámpara sin foco,
las gotas de pintura que no se limpiaron y que ahora, secas miran quietas desde las baldosas como hueles el encierro.

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