En estas calles hostiles
de semáforos extintos
nadie espera,
ni por gasolina.
Borrados los pasos de cebra,
siempre se avanza.
El concepto de alto se ignora,
no está en el diccionario.
Los corazones corren
en pistas de carreras.
Circulan en rotonda,
no encuentran la salida.
Hasta de noche
se aprecian sus estelas.
Usan aditivos, no duermen,
van siempre circulando.
Adictos al asfalto
no apagan los motores,
todo está pavimentado
hasta por dentro de sus casas.
Las personas no se cansan,
son vehículos sin freno.
No existen la reversa
ni el parking en sus cambios.
Bajar el ritmo nunca,
la vida se acelera.
Ya todos son carriles
de alto rendimiento.
Andar a pie es un riesgo
al cruzar las avenidas,
sortear las embestidas
sin ser atropellado.
Prohibido estacionarse,
no puedes detenerte
sin escuchar los klaxons.
No hasta el deshuesadero.
Y yo, que me mantengo al margen un momento,
contemplo todo, desde un puente peatonal.
Haciendo pausa un poco antes,
de unirme sin remedio
al vaivén de la avenida.
Deja una respuesta