Navegarte en cometas oceánicas
marea atlante, mirlo cristalino,
calado de circulares gárgaras en tu orilla
con anciano salitre tras las pestañas
y las infancias en tu horizonte de África.
Sangrarme de ancestros tus palacios de anémona,
de criptas ajenas, de cáscaras y barcazas,
con el silencio de una muerte de gaviota
y tus cadencias de bestia sempiterna.
Morir quiero en ti, por tejerme en tu cielo extendido,
por vivirte en cada puerto, errante, desconocido,
sosteniéndote en el infinito de mi reflejo, tu suspiro.