Llega la tarde
y el viento arrastra
un destino sediento
de jardines dorados
y espuma de mar.
La lluvia de plata,
las risas de ayer,
se hunden en el tiempo
y en la tierra
esperando la noche encarnada.
Mientras se oculta la mañana
nace la sed insaciable
que en el pasado amó
los frutos del deseo
y ahora solo ama
el aire.