Mis ojos no se arrancan
hoy por fandangos
y ya no bailo en el tablao
al son de tu voz.
Hoy, mis párpados estaban agotados
de ver que en este tiempo
no has cambiado
y que sigues teniendo tus miedos
encerrados en un cajón.
Teníamos una conversación pendiente,
pero era más fácil mirar hacia otro lado,
hacernos los despistados,
y disfrazar el entusiasmo
con trajes de pétalos
que no quieren florecer.
Preferiste dar puntadas
a las arpías que me desangraban
en lugar de remendar, con tus manos,
las respuestas a nuestros altibajos.
Me estoy cansando de este agujero
sin salida;
si no estás dispuesto
a quemarte en mi fuego,
apaga tus intenciones
con extintores de icebergs helados.



Deja un comentario