Escotado en acantilados siente
el viajero un horizonte africano
hay bocas hambrientas de versos tibios
y una gaviota muy sola, de espuma
navega en la calima de febrero.
Yo, que gaviota no nací, ni humano,
con el emigrar del deshabitado
te lloro aquí en la serranía atlante,
por esconderme en palmera y volcanes
de tu oro y tu fantasma, de Castilla
y el guanche en sus remotos insulares.
—Silba el viento por entre las palmeras
y calla el cielo de luna y de estrella
sobre el cementerio de las gaviotas—.
En Teresitas, cangrejos gigantes,
dragos inversos y un monte en las olas.
Qué bonito.
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Muchísimas gracias!
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