Alimañas
atraídas por la suciedad
anidan en los sitios más recónditos de la memoria,
detrás de sentimientos arrumbados.
Conglomeran las cenizas más densas del tiempo
en recuerdos húmedos y opacos.
Se apropian de las penas más infames,
las vuelven madrigueras;
multiplicándose hasta colmar
la psique de su esencia deleznable.
Si el polvo se refugia
en los rincones de la casa:
hacer periódica limpieza.
Pasar el plumero
por las esquinas del pasado más distante.
Barrer la pelusa,
quitar telarañas.
Escudriñar emociones,
desinfectar ideas.
Eliminar las manchas,
cúmulos y desazones.
Todo tipo de rencores y dolencias
que desluzcan las dinámicas diarias.
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