De la cavidad del ojo del muerto brota el agua,
Que sin sal envuelve el huerto de su espalda,
Nunca se acercó a ese etéreo horizonte,
Desdibujado, sin patria, sin hambre, sin nombre.
Tapaba el sol con su mano de plata,
Secaba el mar con su lengua amaranta,
Se envuelve, hastiada, de astillas magullada,
Se salva, anclada, agarrada al asta.
De la cavidad del ojo del vivo brota el mundo,
Que con sangre escupe un manantial en su mirada.
Alberto Arziniega
@arziniega1
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Publicado por Letras & Poesía
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Buen poema, ¡bravo!
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Muchas gracias, Henri.
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