Las predicciones orwelianas se han cumplido. Nuestra época ya habla la neolengua. Hoy cada palabra significa lo contrario de lo que expresa.
Estamos viviendo una época llena de lógica inversa. Es lo que se llama la postverdad. Algunos pretenden que este concepto niega que exista verdad, visión que me parece nihilista y muy peligrosa por lo que podría traer y lo que, de hecho, ya trae: el relativismo absoluto. No, la postverdad no niega la verdad, sino que niega que lo que sea llamado verdad lo sea realmente.

Pongamos un ejemplo: bulo. Muchos os habréis fijado en que los gobiernos más incompetentes del mundo suelen insistir en su versión oficial de ciertos hechos, al mismo tiempo que sus mediocres políticos parecen muy interesados en tachar de bulo cualquier noticia que los ponga en apuros. Así, el concepto de noticia falsa es el arma más sofisticada para la desinformación: puede acallar una noticia cierta igual que una noticia engañosa. Son muchas las noticias tachadas de bulo por un simple uso desafortunado de términos, lo que hace pensar que son censuradas sobre todo porque molestaban a los “verificadores” (¿puede haber un término más orweliano para este rol orweliano?), los Newtral, los Maldita, que tienen una clara dirección ideológica en su criba (en su censura). En definitiva, la etiqueta de fake news, aunque parezca servir para señalar noticias falsas, es en realidad muy útil para censurar y hacer parecer falsa una noticia verdadera, mientras permanecen intactas las mentiras del gobierno de un color político afín a los censores. Esta es la postverdad:
Lo que el gobierno insista en tachar de falso tiene muchas probabilidades de ver verdad, y lo que el poder repita una y otra vez como verdad tiene muchas probabilidades de ser falso.
Otros casos, más tabúes, residen en las ideologías buenistas actuales. La lógica inversa que rige nuestros tiempos hace parecer ovejas los lobos que se dedican a atacar. Parémonos por ejemplo en un eslogan feminista que hace parecer víctimas a quienes son en realidad verdugos: “Somos las nietas de las brujas que no pudisteis quemar”. Os veo ya sudar a chorros mientras se acercan cánticos de una turba enfervorecida… ¿Os explico?
Bien. Esta frase presupone que en el pasado había muchas acusaciones de brujería, de las cuales se libraron las abuelas de las chicas que llevan las pancartas con este eslogan. De hecho, dado el número de feministas que afirman ser sus nietas, parece que la mayoría de las mujeres eran tachadas de bruja. No necesito explicar que no es así, y que las mujeres acusadas de brujería eran una minoría respecto a la mayoría de mujeres que las delataban, las insultaban o las apedreaban mientras su cuerpo era cocido a fuego lento. O sea que estas chicas que se revindican nietas de mujeres disidentes tienen más probabilidades de ser descendientes de mujeres de la muchedumbre ignorante y de los inquisidores opresores que de aquellas mujeres martirizadas.
Ay, os veo dudar sobre mi inteligencia: “Es un eslógan, hombre, no lo tomes como algo literal…”. No os preocupéis, todavía no estoy loco. Obviamente, cuando leo el eslogan de Mayo del 68 “Sous les pavés, la plage”, no intento quitar los adoquines de París en un intento vano de crear una playa en medio de la ciudad. El caso es que esta visión que da “Somos las nietas de las brujas que no pudisteis quemar” es bastante irónica respecto a la actitud de estas masas.

Fiel a una probable ascendencia de pueblo llano que saca antorchas y rastrillos para atacar al diferente, al “monstruo”, el feminismo actual reproduce estas actitudes y, lejos de promover la justicia y la defensa de víctimas del sistema, se ha convertido en una nueva Inquisición.
No os habrá faltado ver ciertas actitudes puritanas en el feminismo, con una sospecha constante sobre las relaciones sexuales entre hombres y mujeres, como si los machos fuesen Íncubos que asaltan a las vírgenes del convento. Toda sexualidad al borde de la moralidad (pornográfica, o con fantasía de violación, BDSM) provoca reacciones de rechazo entre las feministas. No por nada algunos las insultan de femimonjas o de neo-monjas. Todo insulto es deplorable, aunque es innegable que hay muchos puntos en común entre el feminismo y una orden conventual:
Como las religiosas, las feministas están convencidas de su Fe: para ellas hay un Patriarcado que rige el mundo y todo se explica en base a su existencia, como los creyentes explicaban los fenómenos naturales señalando a Dios. De hecho, si cambiamos la palabra “Patriarcado” por “Diablo”, veremos lo bien que cuela en cada frase que dicen. La teoría feminista es sin duda alguna una nueva teología. El problema viene cuando esta creencia se convierte en acción opresora. Porque toda creencia genera sectarismo (“O estás conmigo o contra mí” les dicen a las mujeres “alienadas”), y todo dogma desemboca en el dogmatismo.
Como la Iglesia, el feminismo elabora una moral pública a la que hay que regirse si no queremos ser censurados. En un decálogo para una escuela feminista que, por contener 19 puntos, demuestra la ignorancia de sus autoras acerca de lo que es un decálogo, dos representantes de la Nueva Iglesia elaboran una suerte de “Índice de Libros Prohibidos”:
7. Eliminar libros escritos por autores machistas y misóginos entre las posibles lecturas obligatorias para el alumnado. Ejemplos de libros y/o autores machistas a eliminar de los temarios: Pablo Neruda (Veinte poemas de amor y una canción desesperada), Arturo Pérez Reverte y Javier Marías (cualquiera de sus libros). Habla de la faceta misógina de ciertos autores legitimados como hegemónicos: explica qué dijeron acerca de las mujeres autores como Rousseau, Kant, Nietzsche, entre otros. Nos ayudará a tener otra perspectiva de la Historia y sus valores. Añade a tus currículo autores que apoyaron la igualdad y el movimiento feminista, Poullain de la Barre, J. Stuart Mill…
Si en el siglo XIX la moral religiosa y la moral burguesa hacían presión en la sociedad y llegaron a llevar a juicio a Las flores del mal o a Madame Bovary por no adecuarse a su decoro, hoy es una nueva moral, la buenista, la que censura obras, cancela conciertos por sus letras machistas, y esto y lo otro… En resumen:
No solo las feministas no son herederas biológicas de las brujas que antaño eran juzgadas (no son “las nietas de las brujas que no pudieron quemar”), sino que son sobre todo herederas filosóficas de los inquisidores y del pueblo enfurecido, que señalaban, juzgaban y apedreaban a esas brujas.
Se entenderá ahora a qué me refiero cuando digo que las feministas, por medio de estos eslóganes, se hacen ver como víctimas cuando en verdad son verdugos. Cualquiera que se atreva contradecir sus dogmas va a juicio y es apedreado; solo que la plaza pública ha sido reemplazada por Internet, y las piedras por tweets con hashtags para delatar. ¿Niegas que haya brecha salarial y techo de cristal? Te señalamos y estigmatizamos. ¿Estás en contra de legislar en base a eslóganes como “Solo sí es sí”? Te enviamos tweets insultándote y deseándote ser violado.

He hablado del feminismo como podría hablar de cualquier movimiento buenista hoy en día. Al fin y al cabo, todos tienen esta lógica inversa que hace parecer bueno lo que es malo. El movimiento antirracista lo ve todo desde un prisma racial –racista– y pide que las vidas de los negros importen, cuando la sobreexposición mediática de los casos de violencia contra negros demuestra que, de hecho, las vidas de los negros importan más que las de los blancos –estos apestados que deben pedir perdón por sus privilegios, pero, eh, el racismo contra blancos no existe… Igualmente, el movimiento antifascista tiene métodos de acoso (los escraches) que darían envidia a los italianos de los años treinta, y su forma de insultar antes que argumentar demuestra toda su tolerancia a las ideas contrarias; sin hablar de cómo organizaciones como Acción Antifascista (Antifa) toman las calles con brutalidad: parece que estas “sudaderas negras” son los herederos directos de las Camisas Negras de Mussolini.
En resumen, hay que darse cuenta de que los más antisexistas son los primeros en ser sexistas, los más antirracistas ven el mundo de la forma más racista, y los antifascistas resultan ser los primeros fascistas. Todos son lobos que dicen ser corderos.
Al final de todo esto es difícil encontrarse. Los que se dicen víctimas son en realidad jueces y verdugos. Lo que se dice verdadero es a menudo falso. Así es la postverdad. De hecho, siguiendo esta lógica inversa, daré un último mensaje, a modo de conclusión, a los que se creen antisistema:
Vosotros que os unís a luchas sociales sin reflexionar, con vuestro pensamiento mainstream que no ha evolucionado en nada desde el instituto; vosotros que salís a manifestaciones y huelgas promovidas por las instituciones gubernamentales; vosotros cuyos movimientos son apoyados por las grandes empresas y por la opinión pública; vosotros que tenéis una ideología que goza de la cobertura mediática y del espacio público para ser expresada, cuando el resto es silenciado; que pensáis ser muy disidentes cuando cualquiera aplaude las banalidades que soltáis, mientras que quienes piensan diferente son estigmatizados automáticamente; vosotros que muchas veces contribuís a este acoso; dejad de hablar de cosas sistémicas. No sois antisistema: el sistema sois vosotros.

«O conmigo o contra mí», la raíz de todos los males y muy instalado en movimientos, gobiernos y discursos, en el día a día y en nuestras charlas cotidianas…
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Completamente de acuerdo. Me resulta realmente impresionante cómo los gobiernos saben manipular a las masas imponiendo su propia versión de lo que es moralmente correcto. La gente lo sigue sin darse cuenta, pensando que actúan de forma libre, que son los más listos y los más buenos, reduciendo así la ansiedad que genera no acatar la normal social imperante (y cuidadosamente elegida por quienes están en el poder). Lo más irónico de todo es que se creen mejores y diferentes a otras personas de otras épocas que seguían ciegamente otras ideas. Por algún motivo, dan por hecho que todos ellos eran malos e ignorantes, que nacieron con ganas de odiar. Pero nosotros, resulta que por arte de magia somos diferentes y nuestra visión de la realidad es, por primera vez en la historia, la buena, la justa y la correcta. Que triste es ver que la humanidad sigue cayendo en los mismos errores. Y que no hay nada más peligroso que una ignorante bien manipulado.
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