La llaman calma,
aunque a veces
venga tras
marejadas internas.
Salgo a buscarla,
mas únicamente
me topo con vendavales
en su ausencia.
Lo llaman a eso
que desaparece sin
sentirlo, sin que apenas
te des cuenta.
Pensar, callar…
en medio de vientos
huracanados, bravos,
difíciles de dominar.
No sirve ya nada:
Ni ambición, ni sabiduría,
ni silencios, ni años.
Solo ciénagas y barros.
Algo que precede,
se anticipa, se antepone
al inconformismo;
al recibir, al dar.
La llaman calma
cuando solo quedan
guerras por lidiar
-que no ganar-.
Algún día habrá
silencio en las cumbres,
mecido por remolinos
dementes, desquiciados.
Algún día habrá
ruidos en la meseta
que corrompan noches,
acompañados -guiados…-
Carlos Vera
Blog de Carlos
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