En tren,
con el sonido
de la vibración
del traqueteo,
intuyo lejos
el sonido
de la hierba
crecer,
sin temor.
Prospera pura,
dispuesta,
segura.
No tiene más
que crecer,
sin perturbación
alguna,
sin molestias
externas
-propias
y ajenas-.
Podrán secarse
sus ramas,
perder incluso
su color,
pero siempre
permanecerá,
“resguardada”
la hierba
a la intemperie
de un sol
fulminante,
abrasador.
Espera,
calmada y
paciente,
un destino que
puede llegarle.
O no.

Carlos Vera
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