bien, me llevo, con esa chica
que todo el mundo teme.
tenemos un tácito acuerdo:
ella pasa por alto
mis cuitas y mis vicios,
mi falta de talento, de entusiasmo,
y yo me dejo querer por ella
a pesar de su reputación:
su presencia dizque causa depre,
enajenación,
ganas de matar, matarse
(para más información
leer su etiqueta, la extensa lista
de efectos secundarios).
aunque en la cama somos otra cosa,
a la mesa o tomándonos un café
hablamos de cuando en cuando
de la luz y el sonido:
los comparamos con nuestro silencio,
con la porción de oscuridad
que nos reservamos,
que ni compartimos
con el dios de los libros.
sin la necesidad de comprar un perro
(de hijos ni hablar),
nos hemos acostumbrado
a convivir, el uno con el otro,
y la felicidad (somos supersticiosos)
ni la mencionamos
para no echarla a perder.
a ella le gusta morderse los labios;
a mí cuando ella se recoge
su cabello.
a lo mejor sea por envidia:
pero creo que la gente
también ha empezado
a tenerme miedo.
cuando salimos en público
contemplar la posibilidad
de que yo pueda asustar a alguien
la hace reír.

c. a. campos
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