Retumban las constelaciones
Ante el arribo de los inmortales,
Y retazos de luz apuestan entre sí
Por nuestra condena.
Designios divinos
Danzan a merced de nuestra insensatez,
Despidiendo el destello inmaculado
De su inútil devoción.
La violencia grita
Desde la cárcel
Que labraron los inocentes.
Está inquieta,
Se le salió de las manos nuestra humanidad.
Ya no le parece divertido lo que hacemos.
Los percances hacen juego con el fin del mundo,
Se condensa la magia,
No hay ninguna verdad capaz de salvarnos.
Ahora, quema este poema y corre
Hasta que te alcancen a ti también.
Carolina Palacio Ramírez
@carolinapalacioramirez
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