Ahora que estoy desarmado
me persigues como si cada uno de mis huesos te perteneciera.
Te niegas a abandonarme en la oscuridad de mis párpados
hasta el acecho enfermizo de tu locura.
¡Sé que no es tu única intención!
Te aferras a la estela que arrastra mi cuerpo
me siento mórbido y miserable.
Quieres que me desprenda de todas las partes de mi cuerpo
para recogerlos y destrozarlos a tu antojo.
¡Sé que eso te complace y te divierte!
Te haces presente cuando me veo en el reflejo
como una caricatura andante que se desfigura
y que se desarma en pedazos miserables.
¡Sé que no tienes la culpa!
Me dejas cuando ya te aburre mi silueta
la única rival que durante el sueño te perturba.
Mientras en esta tierra de cobardes
el valiente se hace prisionero de su propia sombra.

Kervin Briceño Álvarez
@prisonerofideas
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