Desembarcar y abrir los ojos
y con los ojos abiertos embarcar.
La vocación de nómada,
de marinero, de caminante,
y la vida
enraizada en una ciudad, una habitación.
Somos todos estirpe de cazadores,
de pescadores y recolectores y migrantes.
Silenció el neolítico aquel ritmo
y persiste desde entonces nuestra añoranza:
la juventud es rebelión contra el sedentarismo,
nuestra espada la voz y nuestro escudo el silencio.

Fernando Benito F. de la Cigoña
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