Mar, inmensidad violenta con saliva en las olas,
no duerme, no, respira espasmódica.
El día no invita a viaje:
el frío es de carne,
la piel arde helada
y las venas sin sangre.
Olas
me abortan en la orilla,
reflejo mojado de mi herida
me devuelve mi rostro,
un rostro.
Mar me traga, me vomita, me succiona.
Mi cuerpo forcejea, reacciona.
En este ataúd de espuma y tapas de agua
soy sirena que no sabe luchar.
Ungida en un mar de peces ocultos
me abandono a mi luto.
La arena me arrastra,
me aprieta, me contorsiona
en esta noche de lengua de acero
que abrasa el paisaje de mi cuerpo,
un cuerpo.
Mar me invita a su residencia,
vena en polvo, hueco sin orilla
escondite bajo la duna seca
hasta que el día virgen me atraviesa.
Quiero quitarme la piel con las manos,
y renacer como el alba,
desnuda,
pero atravesando el desierto está el mar,
siempre el mismo mar.

Elisenda Romano
@elisenda.romano
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