Mi corazón bursátil navega entre las sombras.
¿Qué esconde el horizonte en el reflejo de la luna?
La sublime inmensidad acaricia un dolor sin forma
¿Qué pensó la moneda al sentenciar esta disputa?
La aureola plateada resplandece con energía
y el lobo conmemora esa fase prodigiosa.
Dioses de la misericordia ¿Qué precio tendría
calmar su agonía y su melancolía estrepitosa?
Mártir de lo irracional desgarra sin cesar la voz.
El día amanece y el sol inmortaliza su desdicha.
Su calor interno se marchita y, sin poder decir adiós,
su musa se esfuma hasta que la noche resucita.
Mas el astro indiferente vuelve a faltar a su cita
y el lobo enloquece al contemplar vacío el cosmos.
Ni el dulzor del caramelo, ni el sabor a carne frita
podrán nunca calmar la dependencia a ese morbo.
Aquel amor recíproco, prohibido y sin recurso.
Sigamos el curso o ahoguémonos en el estanque.
Orbe desconocido que interfiere en mis asuntos.
Llévame a tu mundo o destrúyeme al instante.

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