En el principio
una puerta
mientras dormía
se cerró sola.
Miró entre las rejas
y la realidad
se encuadró en esas
frías líneas paralelas.
Nadie muere de simetrías
aunque se asemejan
a veces
a la espera de un moribundo:
comer
dormir
estar
respirar.
Deseó sus dedos excitados
pariendo ecos escalofríos
en el colchoncito de su oreja
cortando el milimétrico
andar de la rutina
y revivió
firmemente
el innegable
deseo
de lo flexible
y lo táctil.
Palpó cada esquina opaca
buscó el cúmulo de sensaciones
se sumergió en esos abismos cálidos
hasta encontrarla.
Y aunque ella
había prometido ataúdes
su fuego derritió la noche helada
y cada barrote de lo pasado.
Y entonces, a un paso del final
la vida prescindió
de simetrías.

Coti Molina
@cotimolgo
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