Caminando por la abultada acera
sonó la cuarta sinfonía
de un camión de policía
torpemente persecutorio
de la mugre de la cara más bella
que se vio en la madrugada fría.
Con la pierna adormecida
cayeron por el pronunciado hoyo
todos los puestos en materia;
los que la historia prometía
caerían por gallos
en el oficio de mayor engaño
que los civiles ni pensarían.
Bien no siendo subjetivo
el análisis ni la descripción
me declaro principal testigo
de la joven que corría cuesta abajo
sin aparentes pensamientos;
el reflejo carente de espejo,
un objetivo a la vista y nula la perdición.
La ambulancia alertaba ruidosa
a las esquinas más mimosas
(escenarios de espectáculos)
de la prisa de la delincuente ausente
de cualquier discusión agitada
lástima dio (puñales de pena) la angustia de la carrera de fiera
por la calle amontonada con maniquís rosados
con prisa por descansar bien la mente
o transportadores de cuerpos de camino a un tren
que les acercara al hogar que denominaran el instantáneo bien
o el infierno reconocido
donde viven sus vecinos
mientras sonaba la canción (la que yo quisiera)
pues la historia no se ha inventado
creo diría
más nunca me atrevería a confirmar del todo
el ambiente podría haber cambiado y yo haberme embriagado
por el rostro más puro que manipuló las maneras
y destruyó a su paso cualquier atisbo de primavera.
Aurora Hernández
@liveaboutit
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