Mal augurio de pesares
da el espectro de tus besos;
pareciesen azahares,
mas del cielo yacen presos.
Allá lejos, ella sueña
desquiciada en su baranda,
presto anhela ser mi dueña;
yo sus sábanas lavanda…
¡Mas cuán triste, ruin y burda,
cuán ternura más absurda
la desdicha de esta mano!
Que enhebra el fiel clamor
de mi voz; hastío anciano
por jamás sentirte, amor.



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