odio tener que hacer acto de presencia
en paños menores
y enunciar mis odios,
avergonzando a mis escasos amores,
a mis escasos patrocinadores,
odio cuando la ignorancia
se viste de inocencia,
cuando la villana de la peli
se hace pasar por la mosquita muerta
y me atrapa,
odio tener que acercarme a la ventana
para concluir que nada ha cambiado,
que todo sigue igual de bien,
que todo sigue igual de mal,
odio tener que seguir jugando a las escondidas
para ver si me encuentro,
ver si me identifico
y continúo vivo,
odio cuando el querer me acusa de ingrato,
me tira en cara
todo lo que me ha provisto
cada vez que trato de zafarme
de sus garras,
odio tener que recordarle la hora al reloj,
la edad al amor
y tener que sacar a pasear al paraguas,
como quien saca a su perro los domingos
para cumplir,
odio tener que hacer de camarógrafo,
grabar el ménage à trois
del presente, del pasado y futuro
sin opciones de editar, menos de participar,
odio tener que mentirte
para motivar a la verdad, convencerla,
tener que tragar en seco y aceptar
que esto no va a poder continuar
por culpa de la culpa
c. a. campos
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