Frágiles luces habito
rojas, azules aterciopeladas
que se desvanecen
con la amargura, de un silencio,
con el calor, de un algún rencor,
ahora ya lejos,
en una tierra
que hoy no habito.
La sonrisa me delata
así que no puedo, no quiero
mecerme
frágil, quebradiza,
en esa tierra que para mí
es ya lejana.
Aunque llamo a gritos
una tormenta,
un anhelo por mi boca,
quizá, un deseo,
un delirio que desarticule
mis huesos, frágiles,
aterciopelados.
Y aun cuando la muerte me alcance
sabré que he vivido,
querido hasta lo más hondo
de mi esqueleto,
tintinea hoy contento,
sonido agudo
escucho adentro.
Bailemos esta noche,
¡baila!, te digo,
como un pájaro alado
que no es de este mundo
es libre y sincero
como lo es un corazón, rojo,
atravesado,
en una blanca noche
de verbena.
Con miedo miro tus ojos,
frágiles cristales
se derrumban.
Y mi corazón negro,
ahora es claro, ligero,
bello,
en una tierra
que hoy,
ya no habito.

Natalia Cabanillas Sola
nataliasola.com/
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