¿Cómo viene al mundo el bebé?
El bebé viene al mundo del revés,
sus pies cuelgan flotantes en el aire
pendiendo de un hilo mientras la madre
apoya los suyos sobre una pared blanca
en la que descarga su dolor con las uñas
moradas inyectadas en sangre.
Los ojos de los espectadores
se sirven en fríos platos de hierro que
descansan en una mano, con brazo,
pero sin cuerpo, porque proviene del mundo.
Los mismos ojos que devoran
las grandes escenas de la historia
son los que observan, sin pudor,
al hombre que se arroja desde su cama
por la ventana de un vertiginoso rascacielos,
acostado, sobre el lecho, que podría ser el mismo lecho
de un maletero aparcado en un descampado,
compuesto por rosas sábanas de seda
y cortinas de perlas de plástico,
para una noche conyugal y joven.
El oscuro césped se blanquea,
la luz alumbra a las pequeñas motas de polvo
y a las arañas en actitud recriminable.
Y a los lejos, justo enfrente,
se hunde una casa enorme
deformada como aposento de Drácula,
con tres altas chimeneas que tocan al febril,
encapotado, defectuoso y confuso, cielo.
Miriam González
@mer_adonai
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