Su mirada está izada a media asta.
Lejanísima mirada asoladora
más arrebatadora que los llantos,
que suenan a artificio, a impostura,
al lado del silencio hecho de sombra
de su mirada de insondable hondura.
Son vanas las palabras, mera espuma
muriéndose en las playas del Dolor,
esa isla remotamente interna
que solo encuentra aquel que naufragó.
Todo verbal consuelo nace muerto;
ella prefiere hundir su rostro y alma
en el ardor oscuro del abrazo
que ya tiene la forma de su pena.
Su silencio solo acoge otro silencio.

Adrián Guerrero Alcoba
@desierto.atardecido
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