Trocito de luz inundando los cielos.
La nube azul,
vagando el recuerdo.
Ella roza con sus manos huesudas
el tremendismo de sus gotas.
El letargo de los sin sueño
en los ecos de sus rezos,
se turbia impregnando el amanecer.
Aborrecen los monstruos su cuerpo,
se llenan de raíces los ojos,
gritan los demonios.
Vuelves siempre, azul,
siempre vuelves.
Sabe el infierno cómo le llora.
Saben las sábanas cómo tiran de la piel.
Y carece el calor en la carne,
habiendo fuego acariciándole la oreja.
Y carece el hilo a sus ojos,
habiendo un telar en sus manos.
Odia sus ojos cuando se abren;
odia su pecho cuando late.
¿Qué más hay fuera,
si se entiendo por rota?
Va la parca señalando
el vacío de su voz;
y se inyecta el suero al corazón.
Se escucha el silencio de la noche,
mientras su cuerpo entra en calma.
Y, entre las raíces, con la fina luz,
esa noche, el cielo estaba
lleno de estrellas.

Elena Díaz G.
@29diazelena
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