En la altura más escarpada de la tierra,
has pisado tanto que se han achicado los cerros.
En los picos más altos,
tus gritos han hecho eco
de las todas las plegarias anunciadas
desde una soledad arcaica.
Hasta que un día,
tu voz llegó hasta un rincón de la nube
en la que yo me hallaba dormido,
en el sinrazón de ser sólo agua
entre tanto cielo y humedad.
Y caí,
convertido en pedazos miles de mí mismo.
Me deslicé por tu espalda
dura y rugosa.
Me hice agüita para tu roca,
una serpiente cristalina
erosionando tus bordes afilados.
Te dejaste abrazar por mi agua,
esa que besa tus peñascos más ariscos,
la que siempre está dispuesta
a suavizar las durezas
de tu corazón rocoso.
Andrés Torres Acuña
@andy.acunha
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