Aquel día me levanté de la cama
con ganas de hacer
algo diferente.
Castillos de arena bajo el agua
o pintar un cuadro con las manos
sobre el lomo de un erizo.
Comer, por ejemplo,
un bocadillo de beicon de unicornio
y vomitar luego estrellas de colores.
De beber algo azul.
De coleccionar planetas
en un tarro de cristal.
Surcar el cielo en una alfombra voladora,
llamar a la puerta del horizonte
y salir corriendo cuando abran.
De escuchar un disco al revés
y no entender nada.
O entenderlo todo.
Escribir una canción con notas inventadas
y versos imposibles.
O una historia donde siempre ganen los malos
y la princesa no sea rescatada.
Subir a la Luna a leer un libro
y tirarlo por encima del hombro al terminar.
Ver cómo la lluvia sube desde los charcos
hacia el cielo
y cómo los árboles crecen hacia abajo,
dejando sus raíces al aire.
De ver a los gatos ladrar
y a las flores volando
detrás de las abejas.
Hacerme un sombrero del aire
y que nunca, nunca
haga frío.

Daniel Mustieles
@daniel.mustieles
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