A Cuba, esta vez con odio
I
La burocracia es inmortal
Había una vez un pequeño polluelo que soñaba con volar lejos. No tenía miedo de la historia de Ícaro, según se cuenta.
Sin embargo, cuando comenzó a crecer se fue cubriendo de hojas llenas de líneas y de recuadros, para firmar, para entregar, para confirmar… El peso se iba haciendo insoportable.
Un infierno de papeles se apretaba contra su cuerpo y parecían descargar en él su frustración por haber dejado de ser árboles. Sus alas, entumecidas al principio, se atrofiaron.
Lo aplaudieron entonces. Se le sentó tras un buró.
Su rostro cada vez más parecido a un buitre se encogía en una mueca maligna cuando veía correr a pobres polluelos a medio desplumar. Al son de sus gritos le traían modelos y planillas y formularios que luego llenaban su cesto de basura.
Nunca los leyó. Nunca voló.
Por eso no podían volar los otros. No, mientras él existiera…
II
¡Hurra por la paranoia!
–El enemigo está entre nosotros, nos incita a no participar en los actos políticos– dice el secretario del sindicato.
–Cuidado con el diablo que anda como león rugiente, esperando devorar a los incautos– gritan desde los púlpitos.
–Asere, ¿tú estás loco? ¿Cómo se te ocurre decir eso? Y en la reunión…
–Mira, eso lo hablamos después, es mejor no hablar por teléfono.
–El diversionismo ideológico es una de las armas que esgrimió el enemigo para que cayera el campo socialista– vocifera el profesor de Cultura Política.
–Cuando llegues te explico, esto no te lo puedo decir por correo.
Todos se miran con sospecha mutua… Y el verdadero enemigo se frota las manos, mientras sonríe ausente y acaricia un libro de Maquiavelo.
III
Marxismus vermiformis (sic)
–Esa idea no aparece en la Ideología alemana, Marx aún no había llegado a despojarse de sus rezagos hegelianos.
–¿Acaso no estaba en los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844?
–Te aseguro que no: está en el segundo tomo de El Capital.
–De cualquier manera, ya se esboza en las Tesis sobre Feuerbach.
–No creo, ¿en cuál?
(…)
Y así discuten los gusanos que pululan en el cadáver de Marx sobre la posibilidad de legitimar la propiedad privada sobre los músculos lisos.

Roberto Garcés Marrero
@rgmar84
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