He visto cómo, bajo la negrura,
te devorabas la noche.
Detrás de vos, he corrido
besando la punta de tu estela
y no hubo manera de poder retener tu vuelo.
Y cuando se alzaba la espada áurea del amanecer,
has caído rendido al borde de un resto de lluvia,
implorando que el día no atravesara
tu cuerpo purpurino.
Al despertar sólo he encontrado tus huesos,
y el resto de un beso argénteo
sellado por un sol
que dió fin a tu paseo mundano.

Andrés Torres Acuña
@andy.acunha
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