Ajena es la pluma que de tinta arma
hojas rojas que pertenecer no han
al escozor de una azarosa sarna
que, por darme, solo sangre sola da.
Y ¡maldita sea! Que son picores,
fruto de arcana locura y su cantar,
los que escogen espinas de las flores;
tierra nunca, solo cielo y mar.
Y si al orar se abre una herida más,
bañada en sal ahogada e indecisión,
decido, para no decidir, callar.
Y si se cerrara lo que ardiente está,
por el paso del silencio y el perdón,
¡dejadme! No me enseñéis a hablar.

Marta Paricio Montesinos
@martaparicio
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