Derrama lágrimas de luz
el astro rey en el Mediterráneo.
El crepúsculo es tímido, pero firme.
La belleza es quimera en el ojo sellado por sueños
y regalo al bendecido por el insomnio.
Pita el silencio en los oídos de ciudad,
la ignorancia del mutismo hace ruido a estas horas,
la música suena clara, suave,
la letra cala, se filtra en las venas,
entra tan bien como una cucharada de nutella
o como esa caricia al rostro dormido,
despiertan poco a poco las sinapsis
de un cuerpo movido por terco y efímero bramido.
Despiertan primero los olores:
pan recién horneado, vómito seco,
caca de perro, flores de primavera bañadas en rocío.
Poco a poco,
aumenta el rugir ronco de los motores,
jadean los corredores,
cesa el ronquido y se eleva la queja
con la alarma que pierde la voz.
Buenos días, solo buenos, solo días,
Leche, colacao, pan tostado,
plátano, salami, jugo de naranja, morir soñando,
voces, televisores, muñequitos,
agua corriente y corriendo
en desordenada armonía.
Barcelona despierta, mientras del otro lado
la isla aún duerme a la sombra del Caribe.
Yo despierto, sin saber ya en cuál estoy
ni si me pertenece el despertar.

Sabrina Feliz
justlittlerandomwritings
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