Esbozando ficciones optimistas
tiene que haber sobrado
algún resto mnémico,
algún pretexto consumado,
alguna cosmovisión exacerbada
que guíe el discurso
hacia donde nadie sabe llevarlo.
En la conjunción
entre deseo y bienaventuranza,
se cerca una potencia creativa
desafiante, hostil, atrevida,
querella alucinógena testadura
rebuscado refugio retrógrado.
Dejándose llevar
por augurios malintencionados
la moral se resquebraja
en millares de cristales,
resplandecientes, inspiradores, certeros,
fundadores de ilusiones,
constructores de puentes
hacia la función extremista
de una sana pena introyectada
en un cuerpo dejado a su suerte,
por la ignorancia furtiva,
por la congregación de ideas fugaces
entre un estigma y su cadencia.



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