Ilusión perdida

Resuena el oleaje del mar. Las gaviotas le pasan por encima de la piel apenas recubierta de la arena que no cesa de volar. Por ese mismo viento que lo acariciaba cuando, cerca de allí, comenzaba su carrera artística. Hace muy pocos años.

¡Todo lo que había luchado por llegar! ¡Todo el esfuerzo que puso! Cada vez más fueron quienes pusieron sus esperanzas en él. ¡Cuánto apoyo que recibió! ¡Y cuánto consiguió! Fama, fotos, fiestas, chicas, viajes. Y no fue egoísta. Además de repartir autógrafos, compartió mucho. Para toda su familia, casa. Para sus hermanos, estudio. Para sus abuelos, tranquilidad. O así pareció.

Siempre hay un lamentable pero.

Algo muy en el fondo, una larva aleve que se ocultaba astuta, esperaba al acecho. Cada vez que viajaba, se le despertaba con cada amanecer, después intentaba atontarla. A medida que él recorría escenarios, le fue creciendo. Carcomiendo sus resistencias. Poco a poco iba desgranando sus sanos hábitos, sus pruritos, sus escrúpulos.

La borrachera de la fama, le llaman. Pero fue mucho más que beber y fiestear hasta la madrugada cada vez que terminaba un recital. Una avalancha de pasiones cruzadas le volaba los sesos hasta hacerlo explotar en los camerinos. Pero eso, después, pocos lo sabían. Nadie lo veía. Ni siquiera su familia, a la que ya nunca veía.

La larva mutaba en bicho peludo. Molestaba a todos cuando no cantaba. Sus compañeros de escena, estrenados en el precio de la fama como él, caían rendidos de cansancio. Con él se rendían discutiendo. Se rendían.
Hasta que su pública renuncia al grupo para seguir su propia carrera fue un baldazo. Una bomba atómica en las redes. Una mancha propia y ajena. Una enorme decepción para los suyos. Como quien pincha un globo de helio: la ilusión rota. Para siempre perdida.

Ahora yace en esa playa, con la botella al lado, vacía. Como su vida. Esperando a un contratista que nunca llega. Mientras la arena lo va cubriendo. Con el oleaje del hondo mar como testigo.

(Inspirado en un personaje real)

Fabio Descalzi
blogdefabio.com
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