¡Hipócrita!
En mí no hay nada
jardín inerte… ¡inútil!
Nada me asusta,
todo es absurdo,
y ni de eso me río.
Ningún latido…
La poesía me mata poco a poco,
pero es lo único
que me ata a este mundo onírico.
Mi amor se fue
y no un amor físico
¡Sino mi Eros!
Todo es Tánatos…
Finjo abrazos,
finjo sonrisas,
finjo interés,
finjo escribir,
finjo orgasmos,
finjo amor…
No hay nada en mí.
Quise reflejarme en otros ojos
y me gritaron: “Lo que quieres no está ahí”
No eres tú,
ni nadie…
no crecí para amar
Solo para mirar.
Tu corazón me reveló una verdad…
Que el mío está muerto.
Murió hace mucho.
Yo lo maté;
lo he matado tantas veces,
que dejó de ser Fénix.
Por un segundo, amé tus latidos
los creía míos porque los provocó mi cuerpo
pero no…
Al siguiente, los odié,
los envidié
porque eran tan trepidantes
y rápidos…
Como una vez fueron los míos.
Ahora, solo queda una cáscara…
¡Una maldita sanguijuela!
Que sobrevive con dolor
y mínimo alimento.
Sin alimento, no hay vida…
Sin vida, no hay amor.
Sin amor, no hay nada…
No soy nada
porque yo era amor.

Samara Siabato
@samsiabato
Leer sus escritos


Replica a Lincol Martín Cancelar la respuesta