Sobrescribir

¿Hay algo sobre lo que quiera escribir?

Quisiera escribir sobre la pluralidad del yo, que se ramifica con el correr del tiempo y se enraíza a cada recuerdo, enclaustrado en vagones de sentimientos. Pero sentir me sabe a un río de caudal salobre, que vuelve a contracorriente a lo que ya conoce, por tenerle miedo a la mar y sus desdobles. Parezco ser quien se resguarda de las experiencias futuras, de los ayeres ensangrentados y del ahora insólito. Tal vez no pueda escribir si me desconozco.
Tal vez no pueda escribir si creo que me conozco…
¿Quién soy, sino las ruinas de un edificio que nunca se terminará de construir? ¿Quién soy, en realidad?

¿Qué soy?
Desfile de incontables máscaras, procesión, pro-ceder,
eso soy:
claudicar…

Polvoriento escenario
donde se presentan infames dramas,
siempre sin aplausos,
siempre a oscuras.

Qué soy sino una ráfaga de viento frío
en la cima de una montaña muerta.

¿Qué no soy?
Ya
(no) soy lo que digo y pienso ser,
ni lo que percibes o en mí encuentras.
No soy  aunque sea  lo que era
     ni lo que seré.

não sou a constância da vida
nem a debacle da absurdidade,
essa frágil promessa de (só)breviver,
aquela dúvida incessável do “si”.

Despido el pasado,
que me lleva flamante,
para que haga de mí esotro, unánime.

Tú, que aquí me lees,
¿cómo tienes certeza de mi presencia?

Avanzo,
como una sombra en un amanecer de nieblas.
¿Me ves?
Una mano que se deshace en irisadas gotas de rocío, unas palabras que se pierden
entre el vaho de un aliento…
No, no soy menos real que las temblonas violetas que piso.
Sin embargo,
nos pierdo.
No nos encuentro.
¿Necesito más sol?
¿Eres demasiadas sombras?
¿Estoy?
¿Es esta mi presencia?
¿O es solo el reflejo de la tuya
en medio de la neblina
y tu locura por las tantas soledades
me ha hecho atribuirme voz, cuerpo, aliento, olor?
Ni siquiera sé si existes,
¿existiré yo?
¿Realmente habrá algún yo?