Henchir el grito que, atorado,
cuando tomó su rostro y no tocó piel,
irrumpió el lienzo del silencio
con algo que no pudiste significar en palabras;
solo el color de las pinceladas te volvió real.
El cuadro nos detiene en un primer artificio:
plano,
solitario,
inexacto.
Pero todos ahora gritamos,
luchando en sincronía los puños
que han apretado las tráqueas
y asfixiado los horizontes.
Enfrento la sepia oscuridad
en tu pálida tonalidad
de muerte que no lo mata
para la vida que no nos alcanza.

Marianela Garrido
@marianela.1l1
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