Tengo las piernas anchas
para que su peso
no me permita huir del suelo
ni de la realidad.
Llegué a este mundo
dotada de piernas largas
que esperan, centímetro a centímetro,
encontrar la cadera indicada para aferrarse
y allí, hacer amor, calor y hogar.
Tengo las piernas de un feligrés,
que camina con terquedad
hacia donde cree haber visto
un milagro.
Mis piernas son piernas
de mujer libre
que escribe su historia
a pasos y tropiezos,
con la bravura del explorador
que se abre paso entre la maleza,
donde habitan
los diablos y las brujas del monte.
Pero avanza con la conciencia decidida
de ser quien abandone
la tierra prometida
y sus banales ilusiones.
A mis piernas debo
mi supervivencia:
la sabiduría de haber sabido
cuándo correr
y dónde plantarse.

Dorita Páez Giménez
@mariadoritapg
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