Rojas están las aguas, están como teñidas,
¿Cómo borras la sangre del agua?
Los callos abiertos dibujan un jardín de rosas,
hay que bordearlas para limpiar el muro,
enrojecidos tienen sus muros.
con dulce voz de hierro dice la señora
“tiene que brillar la pintura blanca”
y en las paredes están salpicados los sesos
Escucha a gritos el pensar de la señora,
escucha las tripas revueltas de ardiente deseo,
cómo excita la carne maridada para los canes blancos
que huelen el oro perdido de bolsillos huecos
Con esta lamentosa y triste suerte
nos vimos angustiados.
¿Cómo sientes llegar la noche si la llevas tatuada?
Los ojos olvidaron el cantar de la luna,
las mejillas se horadaron de comer tanto llanto,
y era nuestra herencia una red de agujeros.
El alma se escondió cuando enumeraron el cuerpo
Se nos puso precio.
¿A cuánto compran rosas de sangre
en un balde de agua jabonosa?
¿Cuánto vale un lomo que desaprendió estarse erguido?
sólo era nuestro precio
veinte tortas de grama salitrosa.
Se pierde entre otros muertos
hermanados por una bala fantasma,
se pierde entre otros muertos
que respiran buscando el sentido,
en un aire envenenado con pasado perdido.
Andando sin sino quedaron
Los que quedamos escapados,
desnudos como nacimos,
y perdido todo lo que traíamos
El texto de la derecha pertenece al poema “Después de la derrota” (Trad. Ángel María Garibay. De Anónimo de Tlatelolco, 1528)

Sabrina Feliz
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