Nunca supe qué miraban sus ojos.
Siempre hubo algo más:
un par de gorriones
que se me escapaban,
un cielo incontenible,
un sótano prohibido.
Ahora miles de kilómetros
y su recuerdo colgado
en la mirada a lo lejos.
La distancia y su zanja de por medio.
La excavación en la tierra.
El vacío que abre a su paso.
Su brazo y la lluvia que cavan.
El golpeteo.
Ahora su imagen se evapora.
Pero siempre la lejanía de las nubes
y las impredecibles gotas
que caen.
El ciclo de su ausencia.

Celic Rosas
@celic.rosas
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