Anoche soñé que escribía.
Agarraba una pluma, un teclado, la arena. Y las líneas se formaban solas. Como si estallaran en mis dedos las ideas. Como si las nubes susurraran no solo lluvia sino encuentros de sol clandestino. Como si su luz fuera un secreto.
Anoche soñé que escribía.
Como si se colara por mi garganta una luz que iluminaba las palabras. Como si fuera indispensable para los órganos que me mantienen viva. Como si respirara.
Anoche soñé que escribía.
Como si no buscara ser leída. Como si solo quisiera hablarte para que entendieras sin el veneno de la lengua. Como si no estuvieras lejos.
Si no hubiera escrito, ¿cómo habría sabido que existes?
No podía fiarme de la luna. ¿Quién dice que no la habían dibujado? ¿Quién dice que no la habías pintado tú, redonda y plata, para que tus besos no cesasen en la noche de ser poesía?
No podía fiarme de mis sentidos. ¿Quién dice que no te imaginaba al verte? ¿Quién dice que tu fragancia no era un recuerdo que me azotaba en la carencia?
No podía fiarme. Entonces tus labios magullaron mi piel con una canción de amor dulce. Entonces tu reflejo atravesó mi corazón para estrellarse en un papel que te describía hermoso y vulnerable. Entonces pronunciaste mi nombre y tu voz salió de tus dientes descarrilados como un soplo de mango y papaya. Entonces llegaste y moviste mis manos para que redactara cada uno de nuestros defectos y pudiéramos bailar mientras los quemábamos.
Anoche soñé que escribía.
Si no escribiera, ¿cómo sabría que no eres un sueño?

Laura Carrillo Palacios
@laia_bonheur
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