Veo caer las máscaras del tiempo
con la seguridad de no habitar ya
las fogatas que proyectan tu sombra.
Me cuesta trabajo creer que es posible
revertir el hechizo de tus latidos
acompasados con mi respiración
aún cuando ya estás lejos de estas paredes.
No podemos ya conversar sobre quiénes somos
ni en qué nos convirtieron los años,
no podemos ya planear esos viajes
ni imaginar benevolentes las ruletas
del tiempo y el espacio.
Sin embargo,
procuro guardar, a fuerza de tintas,
tu recuerdo en la espumita de todos los mates
y en la fantasía recurrente de abrazos
que trascienden las barreras ficticias
de la vida, de la muerte.
Todo crimen tiene un móvil:
lo supe cuando disparé
contra el libre albedrío de los sábados grises
para que el presente siga siendo
el colchoncito mullido que dejó
tu risa en mi memoria.

Coti Molina
@cotimolgo
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