Las sombras galopantes
nos acaban alcanzando
aquellas que se esconden
en los rincones malolientes del mundo.
Se hizo tarde.
Al final,
siempre se hace tarde.
Los despidió uno a uno
como los parió al mundo.
Solos.
Despacio.
Con un dolor
que el parto no conoce.
Sin prisa
sin abrazo.
Con un dolor hincado en la costilla
en esa que se desplaza
haciéndoles hueco en el vientre.
Les dijo adiós sin decirlo
un te quiero mudo en duelo.
Replegarse
tras el despliegue.
Arrinconarse,
buscar el rincón
dejarse a un lado.
Levitar,
a ninguna parte
ni al cielo.
El infierno arde en sus dedos.
El lugar ocupado
es polvo en el descanso.
Hablan sus ojos
cada parte de su cuerpo
guarda silencio.
Los parió al mundo.
Uno a uno.

Irene Carrasco
@irenecarrasco_autora
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