
No sé…
Supongo que los pies
se han anclado al suelo,
reconocen la tierra al tacto
mientras el alma sigue en vuelo,
alma que se desespera:
el mundo de alfombra a sus pies
y sin nada que la convenciera,
si ella fuese la que diera
rumbo al «qué hacer luego»
vete tú a saber qué
de lo que fuese que viniera.Para mí no hay un mañana:
lo que vivo nace y muere,
estrangulo los quehaceres
y mi sombra aquí a mi vera,
no se escapa ni aunque quiera
con las penas en cadena,
con una devoción casi malsana
va la llama detrás de la vela.Y por mucho que uno quiera
se acaba la cera,
se extingue la llama,
se esfuma la sombra
y la oscuridad gobierna,
guardémonos intactos a las horas
en el fondo de la alcoba
que, palpitando, se demora
y cuando sea que Dios quiera,
con la fe o sin ella,
aceptemos su sentencia:
nos marchamos con la inercia
de una vida que no espera
y enterramos en la tierra
nuestros sueños, sin fronteras.
Por: Joan Aniorte (Escritor de Letras & Poesía)

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